Por el pecado mido la distancia

          de tu presencia, Dios, de tu presencia.

Y me duele, Señor, duele tu ausencia,

devorando la paz desde la infancia.

 

Sentirse lejos tiene la importancia,

de añorar tu caricia y tu clemencia

y de saber, Señor, que tu paciencia,

presta está en disculpar mi extravagancia.

 

¿Cuándo vuelves, Señor? Vete llegando,

si quieres a través de esta tortura,

que es el dolor la pena de ofenderte.

 

En el camino te estaré esperando,

es arriesgado, solo, esta aventura,

de luchar y morir hasta tenerte.

 

                                   

 

                                             

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