Estando yo en la terraza,
mirando absorto la mar,
una moza muy garrida,
desde abajo me vino a dar
un grito desaforado,
un insulto, nada más.

¿Quién es ese que me mira,
ese desconocido animal,
el payaso que sin gracia,
rebuzna por no cantar,
ese divino impaciente,
calavera e informal?

Sintiéndome yo aludido,
mencionado de forma sin igual,
a voces clarito la dije,
cuatro frescas y un refrán.

Si tu quieres, carita guapa,
que asuma yo tus maneras,
tus talantes y palabras,
tendrás que mucho cambiar,
desde dentro para fuera.

No es lo mismo decir, dije yo,
mozo fornido mí bien, que bien
sería para mi tenerte,
por más que ridículo hiciera,
como hazmerreír ecuestre.

Nada o poco entendiste, gárrulo,
volvió a insistir la moza,
que si gracioso te dije,
fue por enaltecer la forma,
que empleaste para callarte,
lo que tus ojos me dicen.

Al fin nos bañamos juntos,
pues pelillos a la mar,
los cielos fueron testigos,
de este amor tan singular.

De aquí que los buenos comienzos,
son sólo para empezar,
que lo serio viene luego,
sin que mucho precisemos,
para determinar el final.

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