Tengo el dolor atrapado
tu muerte, castigo impío.
En el corazón castigado,
la piel aterida de frío.
Sobre tus ojos el sol brilla,
sobre tu cara la luna vela;
Cuaja en el envés de las hojas, maravilla,
el rocío como límpido fanal de tela.
Voy por el bosque herrando,
desorientada conciencia perdida.
Que la luz que piso andando,
en la oscuridad se cambia confundida.
De la tarde en el jardín me traigo,
la dulce miel de la colmena henchida.
Recubro tu cuerpo y me distraigo
tras esculpirlo de cera derretida.
Porque su esperanza ninguna confía,
Rosamunda se consume y desespera,
la muerte silenciosa le acecha impía
en el letal bramido de la espera.
Comments by José Luis Martín