Se hizo el silencio,
y trono una voz,
era la del ángel caído,
clamando la ausencia de amor.

Al revolver una esquina,
ella esquiva le dejó,
desde entonces el ángel,
clama al mundo su dolor.

Todo el daño se le junta,
en la palabra y en el ardor,
aquel que por la boca le sale,
a borbotones, lleno de pasión.

Dice que conoció el infierno,
cuando ella le dejó,
que nunca hasta entonces había sentido,
celos del aire,
de la estrella que errante,
sin palabras se la llevó.

Pobre ángel caído,
como le compadezco yo,
pues por las esquinas le veo,
llorando lágrimas,
donde estuvo la pasión.

Era un joven ejemplar,
de eso estoy seguro yo
que al perder lo que tenía,
de la noche a la mañana,
el mundo se le derrumbó,
fue entonces cuando a Satanás convenció,
para buscar a aquella mujer que dijo,
le juró,
“tú serás siempre mi amor”

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