La felicidad es un camino de flores y agujeros,
un remanso de aguas azules transparentes.
Una playa infinita de olas domeñadas.

La tristeza es un abismo de aguas malolientes,
una sima en el corazón de los poros de la piel.
El ala de un vencejo que vencido se deja morir.

La vida es un contraste de risas y penas,
un velero perdido en la turbia calma del océano.
Un barco apenas a expensas de la tempestad.

Salgo y entro en el jardín y huelo
el áspero sudor del jaramago vil.
La rosa se abre en mi pecho
como flor cortada de alhelí.

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