Por la vida voy, caminando,
a lomos de pequeños pies.

Llevo los ojos abierto,
mientras recojo la mies.

¡Ay Maritiña del alma!
¡Ay Petronila mi bien!

Navego en la mar en calma
diez veces, diez. Es decir, cien.

Árido siento el paisaje,
los latidos en mi sien.

Suenan los golpes tan claros,
como nítidos retumban también.

¡Ay Maritiña del alma!
¡Ay Petronila mi bien!

Navego en la mar en calma,
a golpes del timonel.

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