El hombre gritaba,
con palabra manchada,
increpaba a las nubes,
por desamor y por nada,
que así le dejó,
cuando airada se marchó,
la mujer, la que dijo que le amaba.
Este es el resumen,
tras una intensa jornada,
lo que pasé al lado,
del mortal enamorado,
aquel que culpaba al viento,
a la luz que se debate en el aire,
y a todo cuanto delante pasaba,
con sus ojos llorosos,
anegados por las lágrimas.
Con la daga del desprecio le dejó,
sobre negro asfalto de lava,
construido de volcanes,
donde se forjan espadas,
hechas de estrépito y algarabías,
de oscuros desencuentros,
guerras sin palabras.
Aquí se rompió el novicio corazón,
tragado por el primer combate,
aquel que a muerte luchó,
cuando el confuso orgullo no le advirtió,
que la conquista era baratija, puro dislate.
Ahora lo sabe y escribe,
felices coplas que canta,
rimas que compone solo,
para alegrarse el ánima,
pues triste quedó mi amigo,
cuando de su casa huyó,
la que le dijo que le amaba.
Eva volvió al Paraíso,
ese donde crecen las manzanas,
pues ahora las toma de postre,
como si nada pasara,
que allí nació la fémina,
para remecerse ufana en la rama,
desde donde contempla el mundo,
como si nada pasara.

Comments by José Luis Martín