Porque el viento me trajo tus palabras,
y en ellas el recuerdo de tu ausencia,
rememoro infeliz en la existencia,
el instante final de la distancia.

Me despierto contigo, sin tenerte,
y contigo me duermo sin quererte
que inútil es soñar con tu presencia,
en el errabundo triscar de tú alegría.

Está la ensoñación, tan viva y tan presente,
que tanto el ayer como el mañana se confunden,
pues no es sino tu huída un accidente,
el peor destino de la nada.

Fue tu risa la risa, como un trueno,
y fueron los abismos llanos,
y aún los astros estuvieron próximos,
y aún el futuro radiante, cual previsible arcano.

En la oscuridad te abrazo, en la oscuridad,
y siento tanto que me oprimes, tanto me aprietas,
(pues sueño es de mi sueño, sueño recreado)
que sin querer ahogas el aire necesario para amarte.

Sólo sombra, sólo viento, sólo aura, humos del aire.
Más nunca has de correr lo suficiente,
que me haga perder la estela de tú memoria.
Allí, donde ancles tú corazón, rendiré el mío

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