¡Qué miedo me da el silencio,

cuando grito en la sombra

y sólo me responde el eco!.

 

Del sonido de las velas,

la llama quemando cera,

hoyo profundo haciendo,

formando frágil barrera.

 

Del pabilo blanco, ceniza,

la llama devoradora,

en los ojos de mujer,

prende sarcástica forma.

 

Furia insensata no olvida,

que émulo cual la llama,

resquebraja triste risa,

de cera seca gastada.

 

¡Qué miedo me da el silencio,

cuando grito en la sombra,

y sólo me responde el eco!

 

De pensar contigo vengo,

yendo éste para allá,

vuelve roto, a que pensar,

dormida te debió encontrar.

 

                                    

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