Cuando el tiempo te haga comprender las cosas,
recuerda el momento que yo te las dije.
Más no sufras, llores o desesperes,
a veces, la vida, la nuestra, ladina nos engaña,
mientras, parece divertirse aullante y sosa,
para acusarnos luego, en la nube que nos regala,
la vengativa incomprensión que nos humilla.

Cuando este momento llegue, recuerda,
recuerda mi ansia y mi pena, escondida dentro como telaraña,
clavada en la oscura entraña del recuerdo,
que desesperado fuera, sin saber por qué,
y donde clavar el cuchillo de tú incomprensión.

Si la sombra que pertinaz te impide ver,
logras entonces de golpe rajarla,
mira que aún los días son largos,
ve que las horas y los minutos se extienden
y al tiempo conceden grandes cosas para este momento,
magullado y ya roto el alma,
que penando quisieras alargar hasta el infinito.

Siéntate y entonces, sedante aprende a caminar.
Para ser feliz, a una vida le basta,
haber entendido en el tramo final,
la misma respuesta que perdida,
encontrarás seguro en la eternidad.

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