Vino primero el agua,
con ella se refrescó,
después vino el vino,
con él se emborrachó.

Si Fracuelo hubiera tenido,
un helicóptero, por suponer,
de él hubiera hecho,
el arma con la que fenecer.

Que así de mostrenco era Fracuelo,
porque libaba tan bien,
que al alcohol no hacía ascos,
cualquier bebida también.

Dicen que era una cuba,
pues en ella almacenaba,
tantos litros como caben,
bebiendo en la noche clara.

Que achispado canta el hombre,
por las calles y en las plazas,
las gentes se burlan de él,
sin conmiseración que mayor les plazca.

Ya su nombre fue preludio,
de lo que podría ser,
en la vida y en la muerte,
si no cumplía con el deber.

Otra historia aquí termina,
como tenía que ser,
cuando la cabeza se pierde,
y ya se arrastran los pies.

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