Dime tu nombre
y te diré quien soy,
un hombre en el umbral de la vida,
un ser en la disyuntiva,
de querer quedarse cuando es obligado irse.
Me pesan los huesos, como si fueran de acero,
la sangre me fluye en un río de hielo,
aquella que me hacía vivir y soñar,
recoger los alientos de las golondrinas jóvenes,
el aire donde me muevo y respiro,
el estallido del rayo antes de tronar.
Ven si quieres,
yo te espero,
te abro mi corazón de par en par,
busco un alma gemela a la mía,
feliz en el tiempo en el que pasar y gozar.
Me he quedado solo,
sin nadie a quien poder contemplar,
es ya la caverna oscura,
sin focos ni luces con las que alumbrar.
Todas se fueron apagando,
una a una hasta el final,
con aquel delirio,
con la misma ansia,
como si el tiempo,
concluyera ya.
No, no me digas tu nombre,
tampoco quiero saber más,
¿acaso me sirve de algo?,
la carta que escribo,
el remite que pongo,
la dirección en blanco,
el verso que canto,
la lágrima que derramo,
el miedo que paso,
y por encima, resplandece y brilla,
el alma que espera,
como si quisiera,
como si mañana, en el cielo, sobre la nube que pinto,
algo más existiera.

Comments by José Luis Martín