Porque amanecí triste y solo,
vacío.
Más allá de mis manos sin esperanza,
sin alma.
Tan cerca de mis lágrimas,
recogidas en el cuanillo de paja de la vida.
Abrumado de recuerdos.
Donde las caricias habían volado
y estaban ya los susurros yertos.
Porque ando sin rumbo,
en la raya del horizonte perdido.
Corriendo descalzo,
cuando no desnudo.
Nublado de cualquier deseo,
harto y empachado.
Como viejo en el ocaso,
desde donde divisara,
la roca roja del camino.
Porque de mi memoria amo,
tú recuerdo encendido.
Llama que me alumbra,
fanal escondido.
Porque sólo tú me despiertas,
de la canción el dulce sonido,
que es despropósito el habla,
que es jerigonza el ruido.
Solo tú.
Mi amor escogido.
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