Ayer me fui,
hoy he vuelto.

Son cosas de la edad.
Durante tantos años,
los días se sucedían,
uno a uno, semana a semana
y los meses daban lugar a los años.

Los años se acumularon,
tantos, que ahora campan,
como las aves en el cielo,
los reptiles en el suelo,
a sus anchas.
Como los animales en el cercado,
encerrados.

Me rebelé, me hice crítico,
cuando todo caía como lluvia torrencial,
tal como el rayo raja al árbol,
como los rayos del sol hienden el aire,
tal se gruñe en el instante del destiempo,
y a tiempo se concibe la laxitud que nos enerva.

Así, hasta que quise volver atrás,
a través de mi memoria,
atravesando los deseos más deseados.

Ahora estoy aquí,
de nuevo,
aunque las arrugas,
dibujen mi rostro,
y alguien piense erróneamente,
que con ellas,
se fue mi juventud.

Todo ello por más que los indiferentes,
nada les diga, nada sea,
para los ciegos una voz,
para el resto del mundo,
una experiencia.

Porque quise volver,
estoy aquí,
quiero, sin cambiar,
vivir.

Quiero lo que yo quiero,
por encima de las horas,
aquellas que supe parar a tiempo,
como aquel deseo,
ese que me hizo ser feliz.

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