Dionisio salta a la comba,

con destreza sin igual,

parece mentira que tenga,

las piernas de un carcamal.

Salta a la comba Dionisio,

con pericia de maestro,

por eso tiene los brazos,

flacos de aire y sarmiento,

Gurrumina es una chica,

de natural seriedad,

acaso por eso la dicen,

“eres polla de corral”.

Dionisio salta que salta,

Gurrumina le mira- mira,

y entre ellos hacen salsa,

para preparar la comida.

Los dos se llevan tan bien,

que hasta mentira parece,

que mirando para los lados,

los dos coinciden a veces.

Más si alguien fiel creyera,

que la pasión dura siempre,

errado se halla el pensante,

al traducir tan mal el presente.

De aquí que Gurrumina dijera,

a Dionisio por ausente,

que todo empieza y termina,

aún detrás de las bambalinas.

Dionisio, por su parte,

sin mucho acusar el mazazo,

dicen que se hizo el tonto,

desoyendo el garrotazo.

Juntos los dos escribieron,

los recuerdos ya olvidados,

y como colofón pusieron,

cuatro versos hilvanados.

Estos son:

“Sí de mí solo dependiera,

la posibilidad de conocerte,

ten seguro que optaría,

por esconderme y no verte”.

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