En el aire se escucha el llanto,
de los cuerpos que en vuelo cruzan,
los espacios infinitos donde fueron,
violentamente aventados por las bombas,
aquellas que sin miramiento pusieron,
confusos bárbaros venidos de fuera,
negadas sombras de hombres,
que buscan hueros, anodinos y podridos,
fábulas por otros inventadas,
aventuras sin cuento,
trayendo el mal en la mochila,
carga mortal con la que se destruye el mundo,
empezando por las almas.
Nada importa hoy la vida,
solo los que la perdieron claman,
que feneció ya en las aulas,
antes de ser enseñada.
Creen estos inútiles mortales,
en el falso paraíso que les aguarda,
la manzana madura en su rama,
cuando sin conciencia gritan,
mirando absortos por la ventana,
aquello por donde dicen se ve el orbe,
el negro futuro a través de la campana,
cuando toca a muerto el cruel,
rustico asesino, impío desalmado,
nunca para ti existirá el amanecer.
El terror inunda los campos,
los campos de la esperanza,
ahora las ciudades de miedo gritan,
asustados por la barbarie.
El hombre retrocede,
allí donde no se aplica,
la fe que mueve montañas,
porque hoy solo se usa,
para engaños y falsedades,
sumido en la soledad más absoluta.
Lóbrega y sin sentido es la tiniebla,
noche cerrada de negra tez,
donde se apaga el sentido,
tragado por la ingrata insensatez.

Comments by José Luis Martín