Ardes en la pira de la desesperación,
pues quieres imponer tus deseos,
cual norma donde todos se inclinen,
para rendir pleitesía a tu imposición.
Nunca adviertes el olor de las almas,
de la que están impregnadas los otros,
y no es por maldad el desprecio,
es la llama que apaga y resucita,
aquello que en verdad te embarga.
Eres cántico de amor confundido,
en devenir de odio mal entendido,
aquel que dentro albergas y que nadie,
por no saber ignora y desencuentra,
en palabras mal traducidas.
Somos apenas cenizas de la evolución,
necesitados seres en camino desconocido,
andamos sin meta y sin tino,
al cabo estamos al albur del destino.
Párate y escucha el son de tu corazón,
no interpretes por ruido su sonido,
es la mano que mueve el incierto futuro,
y solo de ti depende la risa o la tristeza,
que en la vida te acompaña hasta el fin.
Comments by José Luis Martín