Celestino Tristón es actor de grandes evoluciones interiores. Pone pasión en su trabajo y se entrega con la dedicación de un converso o un fundamentalista.
Cuando escenificó la figura del Santo Job, no era dificil encontrarle en las colas de los cines, del Auxilio Social y hasta aquella que, en horas punta, se forma en las marquesinas de los autobúses: Todo ello lo hacia para demostrase, a él y al mundo, todo lo dentro que le había calado el papel.
Así había continuado hasta el día que le tocó hacer el papel de vampiro. Vampiro sin veda, se comprende. Tras la primera representación, todo un éxito de público y después de crítica, en el camino de vuelta a su casa atacó a un guardia de la circulación en la Plaza del Callao, al portero de su casa que encontró distraido y por fin, a su mujer que, aunque medio dormida, en modo alguno lo esperaba.
En ninguno de los casos emprendidos, consumó la acción. La falta de experiencia se hacia de notar. Sólo fueron sustos de no te menees que llegan frescas, pero nada mas.
En el psiquiatrico, donde apenas si lleva unas horas, que aún no ha amanecido, representa el papel de ido a las mil maravillas.
Comments by José Luis Martín