Las mujeres somnolientas,

despiertan a tocar a duelo

 

Ya se llevan a Don Juan,

por el sendero pedestre,

donde piafó el caballo,

del Tenorio impaciente.

 

Ya no escalará balcones,

de maridos inocentes,

podrán dormir tranquilos,

en la campiña agreste.

 

Él se lleva la ilusión,

de la mujer incipiente,

de la moza casadera,

de la mamá insolente.

 

Vituperadas mujeres,

lloran hoy por su Don Juan,

y aún sin conocerle,

lloran todas a la par.

 

Su último camino,

lleno de flores está,

de las rosas tempranas,

de otras puestas serán.

 

Cuatro mujeres lo llevan,

encerrado en urna de cristal,

sobre sus turgentes hombros,

no se vaya a estropear.

 

Sollozos desgarradores,

a su paso lleno está,

que de mujeres divinas,

que se acuerdan de Don Juan.

 

A la vuelta del entierro,

los hombres ya se engalanan,

con que sus mujeres pusieron,

de flores para que pasara.

 

De su primitivo candor,

los hombres ya han salido,

de la muerte del conquistador,

siempre tan engreído.

 

Ahora empavonados,

con el pecho bien hinchado,

se repartan las mujeres,

que el Tenorio les ha dejado.

 

Gritos darán a las féminas,

y ellas contestarán humildes,

pues para siempre murió,

el hombre que mejor las amó.

 

Los machos seguirán en su estima,

y aprenderán el donjuan,

que de la apariencia se saca,

la virtud del enseñar.

 

Ve la historia del Don Juan,

que el sólo la aprendió,

en las tierras que corrió,

para morir al final.

 

 

                                              

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