De mi casa un hueco,

encontré en la escalera,

como el cándido Alejo,

de esta manera,

allí me aposenté.

 

 

Desde aquella atalaya,

Cúspide, donde veo las nubes nacer.

por la ventana al patio,

miro los niños jugar y crecer.

 

 

Por la ventana al cielo,

oigo los pájaros cantar,

golondrinas por los aires,

alcotanes y vencejos sin chistar,

alegre marabunta,

todos ellos sin hablar.

 

 

De este lugar nadie me saca,

que nadie envidia mi sitio,

ni gazapo de conejo,

cuanto más, mayor rival.

 

 

Termina aquí mi historia,

el cuento por cerrar,

que toda la vida es gloria

y gloria es la que pienso alcanzar.

 

 

                                            

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