Rubio, cual si la plata brilla,
que nunca del sol la envidia,
fue más tierno desposorio,
el cendal de tus pálidas mejillas.

El misterio de tu boca me fascina,
esa risa que exhalas y atesoras,
cual fanal que se ilumina,
con la luz de los tímidos resplandores.

Crujen las tinieblas en la frente,
el eco de tú voz todo lo invade,
que morada es el pensamiento,
mi cuerpo cerradura y llave.

Yerma la tierra deshecha,
arena amarga, quemante,
amor, voluble, incipiente,
quiero quererte hasta la misma muerte.

Me despierto y te miro,
duermo, te sueño y suspiro,
que quiero volar contigo,
allí, donde se acaba el olvido.

Resumo el loco querer,
que atesoro dentro de mi,
aunque te extrañe el saber,
que todo lo hice por ti.

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