Cuando al fin lograron llegar hasta él, apenas si Bimbolín fue capaz de articular la frase, la única que salió de su boca antes de expirar.
El sanitario que vio sus ojos mirando la roja flor que apretaba su mano, se opuso cuando de ella se la iban a quitar para subirle a la camilla.
Había ocurrido que Bimbolín, tratando de bajar a donde aquella exótica roja flor crecía, perdió el equilibrio y rodó hasta el fondo del abismo.
Nadie sabría nunca que aquella misma tarde, el joven tenía pensado entregar, como presente, excusa para una relación soñada, la flor a su prima Bety.

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