Bienvenida la estrella que me alumbra,
el agua del mar que me acaricia,
la sal de la sed que en la noche me ahoga.
Seáis todos bien hallados, amigos.
Todos al fin reencontrados en mi alma,
pues quiero hacer con vosotros una fiesta,
en el árbol más alto de mi vida.
Deseo el azul de mi color en salvas,
el rojo y el negro que me cubran y me exploten,
que huele la violeta a cueva, pólvora mojada,
y mi lecho a espliego verde y a morada.
Es mi pasión final el horizonte,
mi luz en tu luz, tus ojos abiertos,
que quiero reír en tus labios y en mi boca,
con el mismo ardor de otros aciertos.
Cuando ayer y mañana el presente les confunde
caos que en el aire la existencia se respira.
Es mi recuerdo tu recuerdo entero,
mi latido el ruido, el eco interminable de tu alma.
Seréis todos a mi carro invitados,
hasta que estalle el círculo por infinito,
que intento relucir vuestra presencia,
en el fanal brillo de un rito.
Venid y sentaos a mi mesa,
pues es la luz azul que clama,
gorgorito, balancín o llama
con que burlar a la muerte su aspereza.

Comments by José Luis Martín