Me enamoré de la rosa de tú corazón,
a medida que esta se fue marchitando,
palideciendo sus pétalos rojos,
desmoronándose tan bella flor,
todo mi ser se perdió hundido,
dentro de la desesperada abdicación.
Recuerdo y me complazco contigo,
como si nunca te hubieras marchado,
que solo la evocación me salva y me vale,
capaz de aliviar tan negro marasmo,
por eso ensueño del alma,
imaginación alegre de momentos perdidos,
te mimo, te beso y te quiero,
mientras rendido imploro tú ardiente oscuridad.
Confesé mi amor a gritos lleno,
cual poseso de un tesoro que tuviera,
ricas gemas y mejores diamantes,
granates, rubíes y brillantes,
de oro y plata las palmeras hechos.
Cargo ahora con la penitencia plena,
un universo encontrado sin respuestas,
mil preguntas y tantas interrogaciones,
que ahogado siempre en ellos,
ando por los caminos perdido,
como si de nuevo encontrarte,
factible fuera.

Comments by José Luis Martín