Sor Anunciación de los Santos Pastores, cada vez que tenía que cruzar el pasillo del convento, donde su vocación la había llevado, tomaba, al menos una hora, en meditar en todos y cada uno de los peligros que podrían suponerla aquellos mal contados cinco pasos. Durante este tiempo de reflexión profunda se daba a todos los santos y curia celestial, para ser preservada de cualquier contingencia en la travesía.

Esta monja, decían las hermanas en el claustro sin apenas extrañarse, tenía por su esclarecidas virtudes, línea directa con San Cristobal, el patrón de los conductores distraídos, así como con su hermana muerta, cincuenta años antes en un paso de cebra perfectamente señalizado.

Merced a esta costumbre, de tan elevados fundamentos, no se tienen, que al menos a esta hora sepamos, noticias de ningún accidente en el pasillo nombrado.

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