La rana croa,
el pájaro salta,
y la rama del árbol,
con el viento canta.

La niebla tapa,
las luces del alba,
tu cara bonita,
todo cuanto resalta.

La lluvia me ciega,
sus gotas me calan,
más en ella corro,
como si nada pasara.

Paso así la vida,
prendido de una zarza,
comiendo una mora,
mirando tu cara.

Dirás que nada hago,
porque con poco divago,
y es que por viejo,
sueño y me encanto.

Muñeca tu eres,
entre las hadas,
la que llevo prendidas,
aquí, junto a mi alma,
pues paso los días,
y las mismas semanas,
desgranando las horas,
que tú me faltas.

Sueño con un mundo,
confeccionado por mí,
que yo también pinto y expongo,
en la galería de arte de la nada,
es por eso que canto feliz,
que corro y que salto,
y nada me importa,
que todo me llega,
aunque no me conforta.

Fueron al cesto de mimbre,
los pecados con los cuales erré,
todos aquellos que cometí,
buscando no sé el qué,
aquello sin duda que en ti no encontré.

 

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