A la parra se subió,
Angélica la buena moza,
al cielo lo hice yo,
viéndola tan hermosa,
pues a sus plantas rezaba,
con fervor, no se cayera

Vio Tarsicio el cielo abierto,
a su prima, toda ella,
exhibirse pudorosa,
aunque contrasentido parezca.
abrazada por el viento,
que en aquella hora soplaba

Otro día la llevó,
al huerto a coger bellotas,
Angélica, la dijo él,
no es ahí donde se encuentran,
ahí guardo yo escondidos,
los testigos de mi historia.

Vino Angélica a mi encuentro,
porque adivinar, me dijo,
conmigo tenía futuro,
que con su marido no halla.

Llenamos de uvas los cestos,
de sabor el paladar,
y más porque no quisimos,
que gusto no nos iba a faltar.

Prima es Angélica mía,
prima de fuste y prosapia,
es por eso que la chica,
cuando de amor se trata,
tenga contados remilgos,
con las que disimular sus ansias.

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