Advierto la última puerta, próxima y escondida,
verdad es, por mas que evanescente,
pues aparece y desaparece como fantasma,
escondido implacable detrás de la vida.

Temo ahora que un golpe de viento la abra,
cuando inconsciente la curiosidad me arrastra,
y pienso que dentro me espera el infinito ciego,
como postrer suspiro a cuanto aquí me ata.

Qué me espera si no un paisaje desolado,
acaso la soledad que arropa el frío del alma,
que el cuerpo igualmente aterido queda,
como harapo deshecho del abismo colgado.

Busco en vano alrededor para encontrar en los recuerdos,
aquellas respuestas que a mis preguntas satisfagan,
pues solo artificios, confundidos inventos llegan,
de los que nunca consigo esclarecer, poco o nada.

Bendita edad la que atrás dejé,
donde el día empezaba con la mañana,
y eran las horas siempre fuente de risas granas,
por donde en el horizonte se vislumbraban,
las opacas siluetas que a la existencia rigen,
cuantas veces el calor del optimismo lo demandaban.

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