Porque la luz  de los días se apaga,

porque viene el silencio de la mano,

aquella que nos invita de cansancio,

a sentar del esfuerzo la caminata.

 

Ya no recuerdo cuando paseando por el parque,

llevábamos las manos abrazadas,

los corazones ardientes juntos,

los labios apretados, los tuyos en los míos.

 

Pasó el tiempo de los recuerdos punzantes,

de las sonrisas en cascada,

de las alegrías sin rienda,

tan solo nos rinden ahogadas añoranzas.

 

Miro el entorno y se me funden las bielas,

ejes del alma.

Me arrepiento haberme parado en la carrera

porque la meta estaba en la distancia.

 

Ámame amor, que tengo del cansancio fundido

de tantas nostalgias,

que de poderlas contar,

toda la vida haría falta.

 

Ya estoy de sobra como de existencia restada

aunque por dentro me mire y ¡ay!,

que llevo un niño en el alma.

ese que, de amor, se doblega ante tu mirada..

 

 

                                          

 

 

 

 

 

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