Tejiendo ando y espero,

ya sin tiempo y sin la mente,

que todo es lamento y rabia,

volver sin esperanzas muero

 

Castigo me dio el cielo, la vida,

de estrellas en la noche sembrada,

porque sin alcanzarlas puedo,

de desolación el alma ocupada.

 

Si llorando a gritos no escuchan,

quienes de loco demente me tachan,

todos ignoran sin conocerme,

el dolor del silencio que traspasa.

 

Levántame, enflaquecido el ánimo,

sube mi liviana carga,

viajarás con la sombra del hombre

cosida a tu espalda.

 

Se despiden las gentes y se van,

con los gestos de las manos, sin palabras,

aves que ligeras cruzan el aire,

haciendo tumba de los cielos su morada.

 

Con sed y sin aliento,

perdida en la maraña la existencia,

así me encuentro. Dormido.

Letargo, la noche callada en su desván me tiende.

 

                                                                      

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