Es Miralinda mujer,
sin pelo en pecho a pesar,
de haber mudado al crecer,
de género sin abjurar.
Al menudo Aldearico,
terapeuta del lugar,
gracias debe a Federico,
ayudándole sin abdicar.
Rico hacen al bajito,
por mor de su paternidad,
el oro, que dice importarle un pito,
que más le incumbe la soledad.
Estas y otras cuestiones,
desorientan al pensar,
que de todos los lugares surgen,
margaritas sin marchitar.
Hombres y mujeres son,
que deshojando la vida,
como rateros sin fe,
como ladrones sin alma
truncan los géneros en la batalla.
Es por ello que confunden,
al mundo ya iniciado,
los clamores de los cielos,
con tormentas en los infiernos.
Al fin lo suyo es ensayo,
es maraña,
es la corriente de un río,
el mar en una bañera,
el finiquito del trueno,
de algo mal avenido.

Comments by José Luis Martín