Empañó la memoria,
con lágrimas salidas del corazón,
que tal era el dolor,
que en él se aposentaba,
destruyendo hiriente la misma razón.
Se había quedado solo,
en el incierto camino de la vida,
en la misma sombría encrucijada,
donde sin piedad le dijeron adiós.
Por eso llora y clama,
es por eso que gime y grita,
para que le oigan,
para que le escuchen,
los que sordos asistieron,
el día que le atravesaron el alma.
Solo va cual ánima,
perdido en mil vericuetos,
donde la soledad y el silencio,
ocupan el estrecho mundo,
en el que feliz nació,
en el que se crió,
hasta que la oscura sombra,
tétrica luz,
vino pérfida y le ocultó.

Comments by José Luis Martín