Es mi amigo,
queda dicho,
de cuanto de él diga,
nada quede en entredicho.

Trabaja de sol a sol,
de la mañana a la noche,
y aún se le pierden las horas,
buscando otros resquicios.

Es su vida el trabajo,
su amor la pala y el pico,
aunque intelectual sea,
la fatiga de hacerse rico.

Yo no revelo su nombre,
ni siquiera su apellido,
aunque tenaz le pondría,
por no bajarme del dicho.

Ya saben, ese que dice,
que quien trabaja sin mirarse,
lo más fácil que le ocurre,
es cerrar la puerta e irse.

Por eso le digo yo,
compungido como estoy,
deja de trabajar un día,
imita al mismo Rajoy.

Sería llegado el momento,
de tomar café conmigo,
no olvidar los buenos tiempos,
esos que ya se han perdido.

Si mi palabras al alma te llegan,
edulcoradas de hiel,
es para que crear que por dentro estoy,
como rico panal de miel.

Tengo para mi que pierdes,
los últimos días de la vida,
esa que tan corta es,
y enseguida se termina.

Reflexiona de una vez,
levanta el pie que te lleva,
por caminos pedregosos,
como si reales autopistas fueran.

Aquí yo acabo el discurso,
envasado, removido y en botella,
para que lo puedas sorber,
mientras te alumbra tú estrella.

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