Al fin, el recuerdo cesó por un momento,
terminó también el latido que a mi pulso daba,
los segundos que marcaba el reloj de la vida.
Pararon los vientos y en la cima del monte,
el silencio prieto hizo estallar el ánima.

Dime, ¿me amaste?
Repite conmigo tú amor,
canta con tú voz las ansias,
confiesa que acaricias mi piel,
y dentro encuentras mi alma.

Yo soy vagabundo en la tierra de nadie,
hombre sin horizonte, sin ayer y sin mañana,
espero tan sólo la sombra, ese rayo,
la luz que resplandor confiere a tus ojos,
sueños y ensoñaciones soñadas.

Ámame y no te vayas,
meceré el tiempo para que tan corto se haga,
que reirás de contento y en él me hagas,
creer en los milagros, canciones sin palabras,
ríos turbulentos, aunque vacíos bajen sin agua.

Dibujé tú perfil en mi memoria,
con el pincel del recuerdo pinté tu cara,
rubios los cabellos, cuando no de plata,
tú boca roja, abierta como granada,
tus ojos al fin, fijos en mi mirada.

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