Suena el río con trinos de nácar,
corren limpias sus aguas y lavan las piedras,
las mismas con las que mañana edificaré mi casa,
el sueño que a bien tiene regalarme el Señor.
Alzaré una torre en el centro del bosque,
allí donde los ojos de los cárabos taladran la noche,
en la espesura donde el ruiseñor canta,
al pié de la vereda que sube a la montaña.
En ella refugiaré, mientras me quito la venda,
la que me impide ver los miedos después de haberte conocido.
aquel día que por primera vez cantaron en mis oídos,
los badajos todos de las campanas perdidas en el mundo.
Soñaré despierto en la duermevela que al fin vienes,
que no es mentira la promesa que de tú boca me hiciste,
que verdad es la luz que irradiando de tú mirada advertí,
el relámpago con el que la tormenta acaba y surge el arco iris.
Desde el fanal de la torre que construyo miro,
el regato que se pierde en la ladera buscando el río,
hasta aquí llega el olor de las acículas de los pinos,
la soledad preñada de esperanzas rancias.
Cerraré la puerta para siempre con candado,
viviré por siempre en mi conciencia,
como dicen que los santos esperan,
el suspiro final tan esperado.

Comments by José Luis Martín