¡No me amenaces!,
ya sé que estás ahí,
es por eso que no corro,
ni intento alejarme de ti.
La muerte es nuestro sino,
por más que sean de marfil,
las lápidas con las que tapas,
unos años, nunca llegan a mil.
Vi tú rostro en una esquina,
tan próximo y cerca de mí,
que por un instante supuse,
ser yo el muerto, bien lo creí.
Vivo la prórroga,
es la verdad,
agradecido y feliz,
sin esperar terminar.
Que quien así desconfía,
y espera tú llegar,
no vive en esta vida,
lo que queda por sumar.
No hay pues miedo,
la incertidumbre se fue,
estamos todos condenados,
al viaje en ese tren.
¿Qué miro por la ventana?,
el abismo y el andén,
y lo mismo me parece,
que todo es por mi bien.
Superé el temor a la noche,
a la penumbra de ayer,
por eso vivo de día,
sin acordarme, ¿de qué?.
Duelen más las deserciones,
los olvidos, las traiciones,
porque se acerca el final,
y la juventud mal corre,
sin mirar nunca para atrás.
Si supiera cual es el día,
en el que me tienes nombrado,
aún cuando tú lo quisieras,
yo mudaría el designado.
Ponme fecha
y si puedo,
yo te engaño,
por más que mentir al que se espera,
es de muy mal educado,
más repudiar al que solo se invita,
haciéndole entrar por la puerta trasera,
es de listos, es de vivos,
gentes, que como yo, desesperan.
Los que tengan que venir que se demoren,
o que en el patio se sienten,
y aguarden a que me arregle,
a ser posible mil años,
por menos, no espero a nadie.
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Comments by José Luis Martín