Piedra a piedra fue construido,
de sudores lleno,
todo él revestido de esfuerzo,
aquel que llevó a la extenuación,
a mil hombres y mujeres.
Sobre él brilla el sol como si fuera fuego,
de orgullo henchido,
como canto de gloria,
como fanal de miel,
la misma estrofa final de un bello ripio.
Desde sus muros se divisa el agua,
la que bajo él corre,
sedienta y serpenteante,
una mancha líquida,
un mar en ciernes.
La luna le alumbra en la noche estrellada,
los mismos luceros le guardan envidia,
sobre él el caballero juró amor eterno,
allí se arrodilló vencido y humilde,
en sus entrañas guarda mil recónditos secretos.
Le sopla el aire y le limpia cual patena,
la lluvia hecha caridad le lava y le pule,
y todos le admiran desde la distancia,
cuando bajo su círculo perfecto,
componen versos en la madrugada.
Su vida la esconde en el principio,
allí donde la creación le erigió,
desde el mismo suelo hasta alcanzar,
la caricia con que le atusan las nubes,
el beso que le regala la brisa cuando sopla.
Por él han pasado tantos hombres,
con ellos sus caballos y sus carros,
cargados lo han hecho de victorias,
borrachos de gloria han transitado,
o han llorado sobre sus muros las derrotas.
Es un bello, esplendoroso sueño,
hecho de imágenes de colores,
los trazos con lo que se hace un cuadro,
los mismos pinceles ahítos,
de matices con los que pinta el artista.
Sobre sus losas hinqué mis rodillas,
en sus muros humillé mi cabeza,
allí donde encuentra el reposo,
el caminante que te atraviesa,
en busca de tú misma gloria.
Puente mío, puente viejo,
bajo tus piedras un río transita hermoso,
aquel que te cruza cantando,
alegre tus excelencias,
hasta convertirlas de pena en añoranzas quiméricas.
Comments by José Luis Martín