Desperté con la noche,
luz para mí del día,
donde quedan los muertos de la nada,
tendidas sus manos con porfía.

Sentí mi cuerpo,
descoyuntado a la carrera,
sentí la frente,
torturada en vano,
y mi corazón marchando aprisa,
por el lóbrego sendero de la apatía .

Más, por qué te cuento a ti esto,
base donde la columna asienta,
entre nubes barrocas de alegría,
donde grita el acero de tu habla,
donde los bordes se derraman en agonía.

Deja pues que tu sonrisa,
expanda al viento la primera mueca,
que ya las ausencias están sonando,
como corales en la mar umbría.

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