Hizo de la escritura un vicio,
difícil de sostener,
cuando le sobraba la tinta,
no tenía papel.

De ahí que el poeta cantara,
las rimas que en su boca reían,
y eran tal los alaridos,
que asustaba a los pájaros,
que sobre su cabeza venían.

Buscaba el vate el parnaso,
donde edificar su morada,
mas nunca llegó a encontrarla,
por más que día y noche la buscara.

Una vez desaparecido,
los amigos le cantaban,
rimas que él compusiera,
en las largas noches de madrugada,
pues éste era el regalo que le despertaba,
para hacer de su morada,
el hogar que no tenía,
en aquella cueva deshabitada.

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