Pisando flores alcancé una rosa,
blanca era con pistilos de plata,
toda ella coronada de roja sangre,
y olor sutil de amor hermosa.
Así de ella me enamoré,
con tal ansia y tal unción,
que la puse en el bolsillo,
aquel junto al corazón,
allí donde es verdad que se guarda la pasión,
la que arrastra al hombre,
hasta casi hacerle perder la razón.
Vive conmigo en hoja seca,
como queda el alma,
cuando no alcanza,
florecer de día,
lo así logrado en la noche en calma.
Sale el sol con ella,
y también se quita,
la llevo donde yo voy,
no se me olvida,
la pinte en los sueños,
la canto en los delirios,
y así paso la vida,
hasta que llega la noche.

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