Para ponerse a buen recaudo,
debajo de la cama se metió,
así creyó el bueno de Gervasio,
quedar exento de la inundación.

Cuando las aguas hasta él llegaron,
inundando la estrecha habitación,
de repente supo que moriría,
al no haber escogido bien,
el lugar de la salvación.

Una vez que dos tragos largos bebió,
momento este cuando de súbito despertó,
de un horrible, estrangulado sueño,
que al fin mal que bien le liberó.

Desde entonces en casi nada cree,
que todo a chufla se lo toma,
como si este mundo fuera,
la vida misma una cruel broma.

Y broma parece cuanto le ocurre,
que a las cinco y media se despierta,
dice que con la sana intención,
de ponerse enteramente,
al menos así lo pienso yo,
a disposición de solo Dios.

El Dios que le salvó,
de aquella trágica e irreal inundación.

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