A Josemi, la mujer de su amigo Andrés Pulido, le regaló una llave de plata. Algunos tiempos después, Josemi se extrañó del trato que le dispensaba Anuncia, que así se llamaba y que siempre había sido cariñosa y entrañable.
– ¿Me pregunto que puedo haberte hecho, – la preguntó un día – para que tan radicalmente hayas cambiado nuestra relación fraternal?
– Mejor – le respondió ésta – pregúntate qué es lo que no has hecho y llegarás pronto a una conclusión.
– El mal entendimiento parte, me parece a mí, – volvió a insistir Josemi – del día que me regalaste la llave de plata que llevo colgada del cuello.
– ¿Qué llave de plata dices? – respondió Anuncia de mal talante- ¿qué llave de plata?. No es, sino, al menos en tus manos, otra cosa que vil metal, por más que yo te la diera para que con ella comenzaras a desentrañar el arcano, ese que abre la puerta de atrás de mi casa.

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